Albania, enclavada en el sureste europeo y abrazada por los mares Adriático y Jónico, se ha convertido en el secreto mejor guardado del turismo continental. Su combinación única de playas casi vírgenes, montañas imponentes, ciudades históricas y naturaleza intacta le ha valido el título de "nueva perla de los Balcanes".

Riviera albanesa: cristalina y serena
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Destinos como Ksamil, Dhërmi y Jale ofrecen playas de aguas turquesa y arenas tranquilas.
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Vlorë, con su castillo histórico y avenidas palmeadas, da acceso a las joyas costeras del sur.
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El famoso Blue Eye, un manantial natural en Muzinë, deslumbra con su color y misterio.
Herencia cultural y legado histórico
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Las ciudades de Berat (la ciudad de las mil ventanas) y Gjirokastër están protegidas por la UNESCO.
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El país conserva 697 monumentos naturales y 14 parques nacionales, entre ellos Butrint y Llogara.
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Sitios arqueológicos como Apolonia y Butrint revelan la influencia griega y romana.
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Tirana: color, arte y transformación
La capital albanesa se ha reinventado con una vibrante oferta gastronómica y artística, marcada por edificios de colores pastel. En su centro, la plaza Skanderbeg —con su estatua ecuestre— honra al héroe nacional. Allí también se rinde homenaje a Santa Teresa de Calcuta, de ascendencia albanesa, cuyo nombre lleva el aeropuerto internacional.
Albania se distancia de su pasado comunista y avanza hacia su integración plena a Europa. Ya miembro de la OTAN y con lazos sólidos con Estados Unidos, el país proyecta una imagen moderna, abierta y hospitalaria.
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