Pablo Echarri, Fernán Mirás y Mike Amigorena son los protagonistas de ART, la comedia existencial que se transformó en uno de los grandes hitos del teatro comercial global de las últimas décadas y que el año pasado volvió a los escenarios de Argentina en nueva versión luego del arrollador éxito de su primera etapa en el país, con 12 años en cartel. El 7 de octubre de 2021, dos meses después de haber estrenado, Mirás sufrió un aneurisma cerebral y la temporada se suspendió por tiempo indeterminado. Felizmente recuperado, desde fines de enero la obra regresó al Multitabarís.
La particularidad de esta puesta de ART, que no modifica escenografía ni textos, es que Ricardo Darín y Germán Palacios, dos de los tres intérpretes que estuvieron detrás del suceso de la obra entre 1998 y 2010, cuando cortó más de un millón de tickets, asumen ahora el papel de directores.
La historia de los tres amigos, que comienzan discutiendo alrededor del valor o el engaño en un cuadro que es solo un lienzo blanco vacío que adquirió uno de ellos por una pequeña fortuna y que termina derivando hacia tópicos más personales y vinculares como el valor, los límites de la amistad, las deudas y el reconocimiento del afecto, se puede ver en el teatro Multitabaris.
Escrita por Reza y estrenada en París en 1994, ART recorrió el mundo entero. Llegó a Buenos Aires en 1998 con dirección del británico Mick Gordon, e hizo cinco temporadas consecutivas en teatros porteños, para comenzar luego una extensa gira por el interior del país; viajar a Madrid con el elenco argentino en 2003 y 2005, hacer temporada en Mar del Plata en 2008 y volver a Buenos Aires en 2010, siempre con Darín y Palacios, y reemplazos para Oscar Martínez -que se retiró luego de los primeros años de éxito- por parte de Juan José Mazza y Luis Brandoni.
Para Echarri, lo bueno de que los directores hayan protagonizado la obra tantos años es que "la conocen con pelos y señales". "Digamos que la tienen tatuada en la piel y además de eso Ricardo tiene un timing para la comedia, para saber cuándo es la pausa, de qué tamaño, dónde va picado, donde hay que arremeter, que era muy interesante escucharlos a los dos en los ensayos, sobre todo por la experiencia que habían tenido en todo ese trayecto. Más allá de imprimirle nuestro ADN a esta versión, también es cierto que la obra es un camino muy bien señalizado, no hay mucha chance de correrse hacia una interpretación demasiado libre del texto, en ese sentido, para mí siempre fue un gran valor ensayarla dirigidos por dos actores que la tenían atada, los dos recordaban todo", dice Pablo.
Por su parte, Fernán, confeso fan de esta obra, explica. "Es una experiencia muy curiosa. A mí la obra me fascinó y la vi varias veces, unas veces que la vi me enganché más con el humor de la pieza, otras me conmovía, es una obra que siempre me causó mucha emoción y nunca terminaba de entender por qué esos tres amigos me hacían llorar al final y por otro lado me parecía muy interesante el mecanismo cómico, muy inesperado".
Amigorena, en tanto, concluye: "Siempre me va a quedar la incógnita de qué hubiese pasado si tamaña obra te la dan de cero, sin versiones anteriores, sin referencias, sin la escenografía que se repite en todas las puestas porque es como un protocolo, un poco la cosa: 'A ver, ustedes qué harían con esto', que es un texto tremendo; porque hay un acuerdo de respetar una ruta. Como dice Pablo siempre, antes que de versión distinta prefiero hablar de una energía distinta".
at Redacción Semanario
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