La vida de un solitario ilusionista y titiritero que recorre los pueblos con su modesto espectáculo, al que luego se le une el amor de su vida, es la historia que aborda Milagro de otoño, película dirigida por Néstor Zapata y protagonizada por Luis Machín de 53 años, que acaba de estrenarse.
El versátil actor argentino encarna a Faxman, el mago trashumante que un día conoce a la que va a ser su compañera para toda la vida, Candelaria (la debutante Sol Zaragozi), en un filme que rescata la vida de los artistas anónimos que llevan sus espectáculos a lugares remotos, a través de algunos elementos de lo fantástico en función del melodrama clásico.
"Cualquier hecho artístico que uno produce, mientras más gente la vea, mejor, pero en lo personal yo nunca actué pensando en complacer a la gente", define Machín sobre las expectativas por la recepción de esta historia, con la que se sintió identificado personalmente: "Si bien está muy fuertemente cruzada por una historia de amor, la historia está centrada en la vida de un titiritero, que es lo que fui durante mucho tiempo".
La relación del actor con el realizador Néstor Zapata -que es además director de Arteon, un grupo dedicado al teatro y al cine en Rosario- se remonta a la juventud de ambos, cuando recorrían Santa Fe con espectáculos que montaban en toda la provincia .
"No es tan lejano lo que hace el mago Faxman de lo que hacíamos nosotros cuando teníamos 20 años", recuerda Machín. Arteon fue parte muy importante muy importante de mi formación en Rosario, si bien no estudié allí, hace muchos años hicimos giras con Néstor con espectáculos para niños, incluso como titiritero en una gira internacional, así que es un lazo casi familiar. Y tuve una pequeña participación en su primera película, Bienvenido León de Francia, que habla de los actores de radioteatro en el interior del país", dice el actor.
Para el actor, la película es un un homenaje a los artistas de variedades trashumantes. "Me vienen a la memoria personajes como Zampanò, que hacía Anthony Quinn como un artista ambulante en La Strada, de Federico Fellini; son historias que nos han fascinado y que nosotros conocemos desde adentro.
Nosotros a los 20, en Santa Fe; en algunos lugares armábamos escenarios arriba de fardos de alfalfa, en sociedades de fomento, en lugares donde incluso en los ochenta, nunca había ido el teatro. También íbamos a las villas, con el deseo de llevar el teatro a otros lugares. Todo eso no está muy lejos de lo que uno le ve hacer al protagonistas, este ilusionista y titiritero, que recorre los pueblos a bordo de un viejo Citroën".
Sobre cómo cree que la gente tomará la película, Machín responde: "La verdad es que no me importa, la película no se hizo con esa preocupación. Por supuesto que cualquier hecho artístico que uno produce mientras más gente la vea, mejor, pero en lo personal yo nunca actué pensando en complacer a la gente.
Las películas quedan para toda la vida y va a estar para el que la necesite, hay momentos que no te das cuenta que la necesitás y la ves y te das cuenta que sí, por algo cada tanto volvemos a películas que ya vimos y que crecen con uno. Milagro de otoño va a quedar, no sé si la van a ver cien, mil o un millón de espectadores".
Fuente: Telam
at Redacción Semanario
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