Seguramente deben estar pensando que voy a hablar del “vacunagate”, y sí, debería... O quizás pueda hablar de la noticia que llegó al cierre de esta edición: el fallo que mandó a prisión a Lázaro Báez y compañía y que algo de espectáculo tiene ya que en esa compañía está el exmarido de Iliana Calabró, “el Rossi”, pero tampoco... Hoy, cero vacunas.

CeAbundante: Transformación y poder personal
El escándalo del vacunatorio VIP me da vergüenza, tanta vergüenza ajena que no tengo más ganas de amargarme ni siquiera para desahogarme o editorializar porque con todo lo que escuché esta semana ya me amargué bastante. Y no me quiero imaginar cuánto más se deben haber amargado aquellos abuelos o hijos de esos abuelos que el mismo día que explotó todo y Ginés voló por los aires se gastaban el dedito marcando al 147 para pedir un turno para vacunarse ya que, como marcaban las normas, les había llegado la hora a ellos...
Y menos me quiero imaginar lo que habrán pensado al escuchar al Presidente diciendo que todo es una payasada o a un ministro echándole la culpa a los periodistas bajo la regla del infiel: negar, siempre negar.
Ven, me embalo y arranco... No, no voy a escribir de ellos ya que espero será la sociedad en su conjunto la que se ocupará de reprochárselos y de no perdonar si nadie en este bendito país es capaz de hacerse cargo y, al menos, pedir perdón... Y sobre los Báez y sus secuaces, una vez que alguien va preso por un delito, aplauso, medalla y beso, pero esperemos a verlos tras las rejas y contemos los días...
Hoy yo, para no seguir amargándome en una revista que, justamente, busca lo contrario, prefiero dedicarme a contarles que por un rato, leyendo Semanario se van a alejar de tanta vergüenza e inmoralidad y van a distraerse en la página 64 con aquel héroe de las telenovelas que nos decía rojaijú. Sí, porque allí los y las espera el inoxidable Arnaldo André..
Y que en la 34 van morirse de ganas de que ya se estrene la nueva película de Disney, Cruella, para ver a Emma Stone con su cabellera mitad negra, mitad blanca encarnando a la malísima De Vil. O que en la 22 van a entender por qué Nora Cárpena colgó las tijeras y se fue de Corte y confección famosos para el asombro del mismísimo Tinelli.

Antonela Fredianelli
Y, claro, como la vida siempre es una de cal y una de arena, en la 63 van a llorar de bronca leyendo lo que cuenta Julieta Prandi sobre su abobinable exmarido. A mí me vino a la mente “abobinable”, pero sé que debería haber usado otro adjetivo o las tres palabritas que todas habremos dicho al escuchar su historia aquella vez que la contó por primera vez.

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Y por último, como broche de oro, en la página 20 está ella, la diva, la reina madre, con sus espléndidos 94 de estreno y su turno para vacunarse. Sí, su turno, como corresponde y como la ley manda, excepto a los políticos, amigos del poder, parientes y entenados sin dos dedos de frente. ¡Feliz cumple, Chiquita!.
















