Qué tristeza debe tener Mafalda. La misma tristeza que embarga a todos los que alguna vez se cruzaron con una creación de Quino, quien ayer dejó esta tierra, a los 88 años, para volar, con esa imaginación prodigiosa que lo convirtió en el dibujante más internacional del idioma español, hacia otras dimensiones.

Allí, seguramente seguirá cuidando de lejos a esa niña a la que dio vida en los años 60 -¿alguien puede negar que Mafalda tiene vida?- y a toda su familia y amiguitos. A esa niña única que habiendo nacido y vivido en el papel, cobró alma, cuerpo y voz aún sin hablar y que acompañó a tantas generaciones que la dejaron entrar a su casa, la sentaron a su mesa y no la dejaron ir más. Eso sí, sin darle sopa..
Esa niña ha quedado huérfana, pero solo en los papeles. Joaquín Salvador Lavado Tejón, nuestro Quino, nos dejó en ella toda su genialidad. Y Mafalda es inmortal.

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