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TAPA | 20-11-2020 11:40

El turco tiene la popu a su favor

El exfutbolista comenzó mal en Masterchef Celebrity, pero hoy es un firme candidato a la final. Con más barrio que cocina, ya se metió a la popu en el bolsillo, pero el que vota es el jurado... De Fiorito a Francia y del abismo de las drogas a la recuperación.

Marcela Tarrio
Marcela Tarrio

Editora Jefa. Miembro de APTRA.

El programa más exitoso de la televisión tiene muchos puntos de atracción: el formato en sí en primer lugar, pero está claro que de nada serviría si el elenco estable no fuera maravillosamente ecléctico. Y como en todo elenco que se precie de ideal, no puede faltar el tipo de barrio, con calle, con gloria y cachetazos. Y ese es, sin dudas, Claudio “el Turco” García”, que sin exagerar, tiene una vida de película...

Empezó muy mal en Masterchef Celebrity (Telefe), con un plato inolvidable, con dos extraños convivientes; mollejas y caviar. “Los cámaras decían ‘un minuto y medio para emplatar’, entonces agarré la molleja y la decoré con caviar. ¡Se agarraban la cabeza y pensé que era porque no iba a llegar a tiempo! Pensé que era mermelada. El caviar es negro, sale $26.000 el caviar ruso, pero el que usé ahí era un caviar genérico. Encima fui y les dije: ‘Mollejas rústicas’. El plato más caro de mi vida...”, contó sobre el nombre que le puso al plato cuyos ingredientes debían elegir con los ojos vendados.

El turco tiene la popu a su favor
“Yo no vine por la plata a Masterchef Celebrity” repitió varias veces. El quiere divertirse, aprender y ganar, eso sí

García dice que no sabía nada de cocina y lo poco que sabía era de mirarla a su mujer cocinar. “Pero con las primeras galas le fui agarrando el gustito. Antes no prendía ni las hornallas, pero Mariela, me incentivó a participar”, agrega.

Pero, plato a plato, una buena noche, el mismísimo jurado lo felicitó y lo mandó a subir al balcón. Y así anda, en un sube y baja ya que el domingo último no le fue tan bien. Aunque se tiene toda la fe.

El turco tiene la popu a su favor

Podría decirse que el Turco es al programa de cocina, lo que el queso a los fideos. Él le pone la sal y la pimienta que necesita el ciclo. Y la verdad, los momentos más graciosos son suyos, ya sea porque no tiene la menor idea de los nombres de los condimentos y no distingue la albahaca del perejil, o por su interminable batería de piropos hacia Dolli Irigoyen -reemplazo del jurado Germán Martitegui hasta su regreso post coronavirus- para no conquistarla por el estómago, sino por la labia...

Claudio sabe que a la hinchada de la popu ya la tiene en el bolsillo, pero el jurado es otra cosa...El Turco tiene esa desfachatez propia de quien ha pasado por todo, el que vio el fondo del pozo, se cayó y logró salir. Es, en síntesis, la prueba de la superación: desde Fiorito a Francia, primero, y desde el abismo de las drogas a la recuperación, después.

El turco tiene la popu a su favor

En una villa nació...

Claudio nació en Villa Fiorito, creció en Lugano, fue cartonero, pasó por ocho clubes, vistió la camiseta de la Selección argentina, cayó en las drogas, logró salir y contó su vida en un libro titulado Este soy yo (Planeta, 2017), donde abrió su corazón. Como que la película ya estaría...¿no?.

Los García vivían en Fiorito, a seis cuadras de la casa de la familia Maradona. Sus primeros años transcurren allí, pero la pelota llegará después, cuando la familia se muda a Villa Lugano cuando él tenía 9 años. Y allí, en los partidos de los potreros linderos a los monoblocks nació su apodo, que García de turco no tiene nada... Es que él siempre quería la pelota y cuando un compañero la tenia le gritaba: “dejala, dejala”, pero entre las corridas, la frase se acortaba y sonaba “jala, jala”. Y sí, parecía un turco...

Con el tiempo llegaría a Huracán, ya adolescente. Se tomaba el colectivo con su hermano recién nacido en brazos y se bajaba en el predio del club de Parque Patricios. Los utileros cuidaban al bebé al costado del campo de juego mientras el Turco buscaba en la cancha un lugar en la Primera, Y tuvo la oportunidad en un partido contra Boca.

Cuenta García que su padre al enterarse le compró un pijama para que pase la noche en la concentración, pero la prenda que destrozada por René “el Loco” Housemann, en ese entonces ídolo quemero. A pesar de ese ritual de iniciación, el Loco marcó la vida del Turco. Housemann simulaba lesiones cuando faltaban pocos minutos para el final del partido con la intención de que García entrara unos minutos y así pudiera cobrar los premios prometidos por la dirigencia.

Pese a sus buenas actuaciones, el equipo descendió y Vélez, que ya le había echado el ojo, se lo llevó, En el club de Liniers no descollaba, pero los enviados del Lyon francés posaron sus ojos en él y lo contrataron como delantero estrella. Por entonces, el fútbol galo estaba creciendo y ya había jugadores argentinos de la talla de Jorge Burruchaga, el Chino Tapia y Jorge Higuaín.

El contrato en Francia duró un par de años, pero el Turco empezaba a extrañar su país. Su representante, el exfutbolista Chirola Yazalde, liberó entonces el pase desde el Lyon y le consiguió un contrato en el Racing Club de Avellaneda, que estaba presidido por el polémico Juan Destéfano.

Allí nació su eterno romance con la Academia. La garra, los goles a Boca e Independiente y el subcampeonato en la Supercopa lo convirtieron en el preferido de la “Guardia Imperial”. Uno de sus hitos fue el gol con la mano a Independiente en una noche de tormenta en el Cilindro. Y la exhibición de sus calzoncillos a la hinchada de Independiente mientras recibía una catarata de insultos.

Con la salida de Destéfano y la llegada de Lalín a Racing, el Turco ya no tuvo más lugar. Y Colón se fijó en él. Llegó sin muchas ilusiones, pero el año en Santa Fe lo disfrutó en un gran equipo que tenía al Coco Ameli, el Negro Ibarra, el uruguayo Saralegui y Carucha Muller, entre otros.

Luego volvería a Huracán y el final en las canchas sería en Mendoza, con la camiseta azul de Independiente Rivadavia. En el medio, claro, estuvo la Selección nacional. Fue convocado por César Luis Menotti y Carlos Bilardo para distintos equipos juveniles. Jugó la final del Mundial Sub 20 en México contra Brasil; una derrota 1 a 0. La segunda etapa fue en el ciclo del Coco Basile, que ya lo conocía de Huracán.

Integró los equipos que conquistaron las Copas América de Chile 91 y Ecuador 93. Pero el su momento cumbre en la selección fue durante un partido amistoso, frente a Inglaterra en el estadio de Wembley. Argentina perdía 2 a 0 y García marcó el descuento en un partido que terminó empatado.

El turco tiene la popu a su favor
Con la Selección nacional: Argentina Campeón de América del 93.

El infierno

García siempre cuenta que la droga comenzó como pasatiempo y terminó como una adicción irrefrenable que arruinó sus relaciones personales.

Hubo un tiempo en que recorría de noche los pasillos de la villa 1-11-14 del Bajo Flores para comprarle a los dealers. La droga se adueñó de mí, La droga te toma a vos, Todo el resto pasó a segundo, tercer plano, incluso mi mujer y mis hijos. Yo tomaba cocaína como para que me agarrara un ACV o un paro fulminante.

Si tomás 2 gramos de cocaína por día estás al borde de la muerte, estás jugando a la ruleta rusa con un revólver. No voy a decir cuánto, pero tomaba muchísimo más que eso, como para morirme en el acto. ¿Por qué me drogaba? El adicto siempre tiene una excusa. Si estás triste, si estás contento...

La droga te hace perder la dignidad. Yo me alejé de la gente que no consumía porque decía ‘este boludo no toma’, pero el boludo era yo. Me sentía incómodo y hacía sentir incómodo al resto. Vos te alejás y le echás la culpa al otro porque es mucho más fácil”, asegura.

El Turco jura que no consumió durante su época como profesional y que si pudiera volver atrás, no solamente no probaría la cocacína sino que le “rompería la boca” al que se la ofreció. “Es fácil entrar y difícil tomar la decisión de salir, pero siempre se puede.

De pendejo no lo sufrís tanto, pero más adelante sos grande y tenés familia. Hay otra sensación. Vos creés que lo tenés controlado y no tenés controlado un carajo, vivís preso de eso. Cuando tomás la decisión de dejarla, te empezás a sentir bien, pero es difícil tomar la decisión. Por eso siempre digo que lo mejor es no probarla”.

Fue en Venado Tuerto donde todo cambió. A veces la solidaridad tiene caminos impensados. García había llegado para dirigir a Juventud Unida. No sabía ni a dónde iba ni qué equipo iba a dirigir, solo le interesaba el sueldo para poder comprar cocaína. Pero los dirigentes sabían de su adicción y lo ayudaron a salir. Y el Turco se fue de Santa Fe diez años después totalmente limpio.

Hace 13 años que no consumo”, dice García, orgulloso por haberlo logrado y, claro, agradecido con todos los que estuvieron ahí, a la par, para ayudarlo. Como su mujer Mariela, madre de sus dos hijos menores ya que Claudio tiene seis en total, cuatro de su primer marimonio. El menor, Yamil, de 19, es una de las promesas que tiene la Academia en sus Inferiores, por lo que, al parecer, el Turco tiene sucesor.

El turco tiene la popu a su favor
Con su hijo menor, Yamil (19), una de las promesas que tiene la Academia en sus Inferiores.

Eso sí, sepan, señores de la tele, que si García no se hubiera dedicado al fúbol... “sería cantante. Sí, cantante. ¡Me encanta!, pero de verdad, eh...”. Teléfono para El Trece si hay un Cantando 2021. Seguro el turco ya tendrá el premio de Masterchef bajo el brazo, algo que por ahora, a Claudio solo podría robárselo otra grande, “la Claudia”.

La terrible historia que todos los que leyeron su libro aún recuerdan:

Cuando se murió papá, compré 30 gramos de cocaína y me los tomé delante de la gente. No me importaba nada. Tomé en el pecho de mi viejo en el velorio. Le dije: ‘Pa, voy a tomar cocaína, gordo hijo de puta, por culpa tuya, hasta las 4 de la mañana’. Cuando cerraron el cajón estaba reduro. Me puso más violento, les quería pegar a los tipos que se lo tenían que llevar. Un desastre”, dice Claudio en su libro que se publicó en 2017 pero aún hoy todos le recuerdan las duras historias que contó allí sobre su adicción a las drogas.

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El libro que publicó en 2017, donde abrió su corazón, Tiene 11 capítulos y solo uno dedicado al tema de las drogas.

 

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Marcela Tarrio

Marcela Tarrio

Editora Jefa. Miembro de APTRA.

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