Hoy voy a ser breve y por eso agrando la foto, como suelo hacer en esta página cuando se va un grande... Y Leopoldo Jacinto Luque, quien falleció el lunes 15, lo fue. Voy a contarles algo muy personal, como siempre, que para eso tengo esta sección.
Verónica Vaira
Luque fue mi ídolo desde que tengo uso de razón. ¡Cómo me gustaba y cómo lo quería! ¡Si habré gritado ese cuarto gol de palomita ante Perú, casi en posición paralela al césped empujando la pelota con la cabeza para meternos en la final de aquel Mundial 78! Pero, sobre todo, ¡si habré gritado sus goles en River, el club de mis amores y ese en el que el santafesino disfrutó sus mejores años con la número 5, entre 1975 y 1980, logrando cinco títulos!
Yo de chica tenía muchos ídolos deportivos. En el boxeo, era Monzón, a quien le ponía velas frente al televisor ante cada pelea; en el automovilismo, el Lole Reutemann, y en el fútbol, entre otros, Luque, sin bigotes como cuando debutó en el Millonario y con bigotes, como luego se mostró hasta el último día de su vida, ya radicado en Mendoza.
Antonela Fredianelli
Pero Luque guardaba un plus para mí, porque así como tenía ídolos en el deporte y en la música, también los tenía en la vida. Y ese era “mi tío Carlitos”, quien me hizo de River, con quien miraba fútbol en casa y con quien devoraba cada carrera de Fórmula 1 de los domingos, tomando mate en la cocina.
A Messi le creo cada lágrima
Y que era, creanlo, “un calco” de Luque. ¡Podría haber sido su doble de riesgo! Cuando supe de la muerte de Leopoldo, a mi memoria llegaron los dos: Luque y mi tío Carlitos, porque para mí, son inseparables. Allí arriba, mis dos “héroes” e “ídolos”, el del 78 y el de mi vida, ya deben estar hablando de “el Millo”.
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