Nada resultó fácil en la vida de Ángel Carabajal de 37 años, el director teatral del que todos hablan en Carlos Paz. Abandonado por su madre a días de nacer, quedó al cuidado de su padre, quien lo internó en el orfanato Pablo Pizzurno de Córdoba. Su abuela logró sacarlo..
Ya en su adolescencia, de mochilero, coqueteó con la droga, que no llegó a atraparlo. Cuando decidió dedicarse de lleno al folclore, actividad que desarrolló desde los tiempos de la escuela primaria, su vida cambió por completo. Fundó la compañía Sentires junto a un viejo amor y comenzaron a cosechar elogios en sus presentaciones alrededor del mundo.
Así, el show se transformó en la base para que Carabajal creara Bien Argentino. El director apostó a Villa Carlos Paz y en su segundo año en las sierras, Bien Argentino, la evolución se llevaba el Carlos de Oro.
Y esta temporada, complicadísima por la pandemia, se quedó también con el Carlos de Oro por su espectáculo América Show.
"Hoy mi mamá tiene epilepsia crónica. Habla poco, oye poco, sufre desmayos… Además, cuando yo nací ella era prostituta. No se hizo cargo nunca. Mi viejo era un novio de paso… Tuvieron dos hijos, yo y una hermana, llamada Isabel, que no conocí. Mi abuela me buscó en el orfanato cuando yo tenía un año y medio. A mi hermana mi viejo la vendió…
Después de años le pregunté dónde estaba ella. Me contó que se la vendió a unos escribanos, y no tenía idea ni de dónde eran, que había firmado un papel –creo que se llama de código rojo– por el que ya no se podía averiguar nada. Sé la historia por mi mamá, por mi abuela y por él, que falleció hace un par de años y a quien conocí ya de grande", contó Carabajal.
"Me crié con eso. Mi vieja aparecía cada dos o tres años. Mi abuela también era enferma, y cada vez que la internaban me llevaban mis tíos. Mi tío de Córdoba vendía flores en los bailes. Yo empecé a vender rosas con él. Y en una esquina las vi trabajando a mi mamá y a mi tía… Se lo conté a mi tío y me dijo: '¿Pero vos no te dabas cuenta…?'. Así me enteré".
"A mi madre la veo cada tanto, no se puede hablar, la ayudo, nada más. De chico siempre estuvo mi abuela. A los once volví con ella a Oncativo. Como éramos pobres, tenía que trabajar. Mi abuela no tenía ni jubilación y vivía en una casa de un plan de viviendas. Hice una copia de una receta y un certificado de incapacidad suyo y salíamos con mi primo Diego a pedir plata a la calle. Después, hacíamos giras pidiendo por pueblos vecinos. Así le pagamos la casa.
Eso lo hicimos desde los siete, hasta que empecé a trabajar como peón de albañil. Después por una chica me anoté en la escuela de danzas y empecé a aprender baile..."..
El baile lo salvó. Y hoy, casado con la bailarina Melisa Bernardi de 36 años y dos hijos (Gino, de 13, y Felipe, de 8), es el artista más exitoso de la temporada en Carlos Paz.
at Redacción Semanario
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