Friday 26 de April de 2024
EDITORIAL | 20-11-2020 10:27

¡Qué bueno volverte a ver!

Con 86 años y después de 13 sin hacer cine, Sophia Loren se animó a volver al ruedo con la película de Netflix "La vida ante sí", dirigida por su hijo. ¡Y lo bien que hizo!

Marcela Tarrio
Marcela Tarrio

Editora Jefa. Miembro de APTRA.

Podría haber puesto esta misma foto en la agenda de recomendados, pero quise darle un párrafo aparte. Es que pocas veces uno puede tener este tipo de placeres. Si siempre amé a Sophía Loren, ahora no solo me saco el sombrero, sino que la aplaudo de pie, por su actuación y por haberse animado.

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Y aclaro, no es que la película La vida ante sí sea maravillosa, inolvidable o una joya del cine. Es buena, no pretendan más. Pero no me importan los detalles ni de guión ni de ritmo, que con solo verla a ella, basta y sobra. Muchísima Sophia, inmensa, tanto que te tiene todo el tiempo mirándola para ver qué más le podés pedir en este regreso al cine después de 13 años y cuando su documento dice que ya tiene 86.

La vida ante sí es una extraña simbiosis de poesía con toques de realismo mágico regada de crudas realidades, pero no deja de ser la historia de dos almas necesitadas de amor: Madame Rosa (Loren), una mujer sobreviviente de Auschwitz que ahora es una prostituta retirada; y la del pequeño Momo (un brillante Ibrahima Gueye, anoten ese nombre), quien está solo en el mundo y vende droga más por rebeldía que por necesidad de dinero, por las calles de una ciudad portuaria italiana.

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Rosa, esa mujer de carácter que vemos ni bien comienza la cinta, de a poco deja ver sus flaquezas, y su vínculo con Momo, que comienza con rechazo, al aceptar tenerlo a su cuidado en su casa junto a otros niños de prostitutas, comienza a hacerse estrecho y conmovedor.

Las miradas, los ojos de “la Loren”, y esa escena sublime del baile de Sophia con Abril Zamora (transexual española que interpreta a la peculiar Lola) son todo lo que está bien. La vida ante sí es un buen medio para hablar de madres e hijos, y de cómo esos hijos ven a sus madres. Y podríamos quizás preguntarle eso mismo al director, Edoardo Ponti, hijo de Sophia, seguros de que dirá que para él, ella es su mamá, la protagonista de los mas bellos recuerdos de infancia y no la gran diva italiana que fue, y que es ya que en este filme, Loren revalida el título.

A modo de broche de oro, la bellísima canción del final, Io sì, en la voz de Laura Pausini, nos deja clavados en los títulos hasta que se va a negro. Gracias, Sophia, por haberte animado, pero sobre todo, por dejarnos volverte a ver. Como le dice Rosa a Momo en una escena: “Cuando pierdes las esperanzas suceden las cosas buenas”.

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Marcela Tarrio

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